Desde hace miles de años, el oro ha sido considerado uno de los metales más escasos, preciados y, por ende, más codiciados, por el ser humano. Y es que, además de su conocido gran valor, es un material brillante, de un bonito color amarillo, que no se corrosiona ni deteriora y que, al mismo tiempo, resulta muy maleable y fácil de trabajar.
Es por todo ello por lo que en el mundo de la joyería, como es lógico, el oro se ha erigido desde tiempos inmemoriales como un metal imprescindible. Y así lo demuestra la historia, que nos deja una muestra innumerable de joyas y ornamentos de oro realizados por el hombre que están fechados, aunque parezca increíble, ¡en el año 4.000 antes de Cristo!
No es de extrañar que, hoy en día, cuando los accesorios han adquirido incluso el poder añadido de levantar o arruinar un outfit por completo, casi todas las mujeres cuenten entre sus básicos de joyería con, al menos, alguna joya de oro como el complemento básico perfecto para dar a su estilo un toque incuestionable de elegancia.
Ya sea de oro amarillo, rosa o blanco, una joya de este precioso metal nunca puede faltar entre tus accesorios de joyería a la hora de aportar a tu look un toque clásico y distinguido. Pero, ¿conoces todo lo que encierra una pieza de este valioso material?
La opción clásica: joyas de oro amarillo
El oro absolutamente puro es tan suave y manejable que puede ser moldeado con las manos. Hablamos del oro de 24 quilates, que es el que se encuentra directamente en la naturaleza. Sin embargo, al ser tan blando, no puede ser usado directamente para la creación de piezas de joyería. Por este motivo, el oro que aporta la calidad ideal para trabajar y dar forma a las joyas de este material es el oro de 18 quilates.
Cuando nos referimos al oro, lo habitual es hablar en quilates, que no es otro que el número o valor que nos aporta la cantidad o la pureza del mismo (para profanos, cuánta cantidad de oro puro posee realmente una determinada pieza). De este modo, si 24 quilates es oro puro, cuando nos referimos a una pieza de 18 quilates queremos decir que ésta ha sido confeccionada con 18 partes de oro puro mezcladas con 6 partes restantes de otro/s metal/es, materiales que lo hacen más sólido y duradero.
Aunque existen diferentes aleaciones y podemos encontrar joyas realizadas con menos quilates, el oro de 18 quilates es el material propio de la joyería fina y el que nos aporta mayor calidad.
Para alianzas, anillos de compromiso, pendientes para bebés… o cualquier joya que quieras que sea especial y de incuestionable calidad, el oro de 18 quilates se convertirá, sin duda, en tu mejor aliado.
El oro y sus muchas variantes
Mientras que el oro puro es de color amarillo, es de sobra conocido que podemos encontrar este metal en diferentes tonos o colores. Por eso, si no eres de las que te sientes muy a gusto con el oro clásico y amarillo, no te preocupes, puedes optar por una gran variedad de joyas en oro blanco, oro rosa… ¡incluso negro!
Estas tonalidades se obtienen habitualmente mediante la aleación del oro con otros elementos en diferentes proporciones. Pero, ¿cómo se consigue realmente el oro blanco? O, ¿qué hay realmente detrás del oro rosa?
El oro blanco, una variedad singular
El oro blanco surge como una invención del hombre para sustituir a otro metal noble, el platino, con un valor económico bastante superior al oro y que, además, resulta muy poco maleable y dúctil en comparación con éste, lo que encarece sumamente la elaboración de joyas con este material.
Para la aleación del oro blanco se utiliza otro metal noble llamado paladio. El paladio es mucho más dúctil y maleable que el platino y, a su vez, bastante más económico que éste (aunque ligeramente más caro que el oro). El resultado: oro de 18 quilates pero de color blanco.
Finalmente, las piezas de oro blanco necesitan de un acabado de rodio, ya que, debido a su tendencia a perder el brillo por el uso, el baño de rodio, además de ser un buen conservante, aporta un brillo adicional.
El oro blanco es un metal idóneo para las joyas con diamantes, ya que presenta un tono ideal para resaltar la belleza y el brillo de estas piedras preciosas.
¿Cómo se consigue el oro rosa?
El oro rosa lo conseguimos partiendo del oro de 18 quilates en oro amarillo, al que se le realiza una aleación con cobre y plata para darle ese tono más rojizo. Lo habitual es que esté compuesto de un 75% de oro puro, un 20% de cobre, que le da este color tan característico, y un 5% de plata.
Con el oro rosa asociado con piedras preciosas como los diamantes, o semi preciosas como las circonitas en sus múltiples variantes, en cualquiera de sus tallas, se consiguen piezas impresionantes.
¿Conoces el oro negro?
La verdad es que son pocas las personas que saben de la existencia del oro negro en la alta joyería, así como son pocas las personas que, conociéndolo, se atreven con este metal. Sin embargo, puedes encontrar joyas con un acabado espectacular cuando se combina este material con piedras de diferentes colores o diamantes.
La realidad es que el oro negro sigue siendo oro de 18 quilates. ¿Cómo se consigue? Se le aplica un baño de rodio negro, lo que le aporta ese color tan singular y característico.
Otras curiosidades que, casi seguro, no sabías sobre el oro
El símbolo del oro en la tabla perdiódica «Au» proviene de la palabra en Latin “Aurum”, que significa “Amanecer Brillante o Brillante Amanecer”.
Entre sus múltiples virtudes y usos fuera de la joyería, podemos destacar que con una sola onza de oro (30 gramos aproximadamente) podemos obtener un cable de hasta 100 kilómetros. Del mismo modo, una onza de oro se puede llegar a estirar en láminas tan delgadas que si apilamos mil de ellas tendrían el mismo espesor que un único pelo humano. Además, es tan suave y maleable que solamente un gramo puede convertirse en una lámina de un metro cuadrado.
Por otro lado, el oro es un gran conductor, por lo que su uso está mucho más extendido de lo que podríamos pensar. ¿Dónde podemos encontrar oro en nuestro día a día? Es un metal muy usado en los contactos de los microprocesadores, en cubrir los terminales de los teléfonos móviles o de los airbags de los automóviles, como ejemplos de otros muchos usos en electrónica.
¡Y además también tiene uso en el ámbito de la medicina! Los dentistas usan toneladas de oro cada año para realizar coronas, puentes, incrustaciones y dentaduras postizas. Esto se debe a que el oro, además de no ser tóxico, se puede amoldar fácilmente y nunca se deslustra o corroe.
Incluso ya en la Edad Media los alquimistas usaban el polvo de oro para, tomado en pequeños tragos, mejorar el dolor de los enfermos de artritis. Todavía en la actualidad se usa el oro, combinado con otros elementos, para tratar la artritis reumatoidea.
Y un último dato que seguro te va a encantar: hay marcas de cosmética que están apostando fuerte por ingredientes tan sofisticados como el oro de 24 quilates, añadiéndolo a sus mejores productos para que éste pueda ser absorbido por la piel. Y es que parece probado que este precioso metal, además de regalarnos joyas de incuestionable valor, también favorece la nutrición, la luminosidad y la vitalidad de la piel.
Es raro encontrar a blogers con conocimientos sobre este tema , pero creo que sabes de lo que estás comentando. Gracias compartir un tema como este.